Johannesburgo. Cuartos de f

inal entre Holanda y Brasil, dos de las serias
candidatas al título. Sin duda una cita capaz de transmitirnos emociones fuertes, y vaya si lo hizo. El partido comenzaba con aires de
grandeza, en el que los brasileños partían como favoritos. No era para menos, pues hasta ahora la selección de Dunga cuajaba un gran Mundial. La
canarinha había sido
sometida a una tremenda ola de críticas en torno a su estilo de juego. Atrás quedaba el archiconocido
jogo bonito que había
conquistado a medio mundo años atrás. Jugadores de gran técnica como Ronaldinho o Pato se quedaban a las
puertas de Sudáfrica 2010. Dunga presentaba un nuevo proyecto, una nueva
concepción del fútbol distinta a la mostrada hasta entonces, basada en la solidez en la zaga, y rematada con una poderosa delantera. Puede que Brasil no
mostrara un juego tan vistoso como en tiempos pasados, pero es innegable el poderío de sus jugadores. Hoy era ese día, esa oportunidad para
demostrar que el nuevo proyecto del seleccionador brasileño había dado sus frutos. Era el momento idóneo para silenciar a muchos... pero enfrente se encontraban los
tulipanes, dirigidos perfectamente por Van Marwijk.
Una de las
desventajas de ser favorito es la posible falta de tensión ante el rival. En este caso Brasil no defraudó, y empezó el partido
controlando todos los factores del juego. Holanda parecía atenazada por el respeto ante la canarinha. Robinho lo confirmaría en el min 8, con un tanto anulado debido a la posición indebida de Alves. El primer
aviso para los tulipanes ya estaba dado. Dos minutos después el jugador cedido por el City al Santos
obtendría lo que anteriormente se le escapó por poco. Un pase de Felipe Melo que sortearía toda la defensa holandesa le permitiría plantarse enfrente del guardameta Stekelenburg, y no
perdonaría.

Brasil se ponía por delante del marcador, todo parecía que iba a ser una noche fácil para la canarinha, e incluso olía a
goleada. El conjunto de Van Marwijk era incapaz de adueñarse sobre el control del esférico, y salvo
pequeñas aproximaciones al área de Julio César por parte del tridente ofensivo Sneijder, Robben y Van Persie (de lejos los jugadores más destacados de esta selección) no crearían
peligro alguno. El marcador en el descanso reflejaba una escasa diferencia entre ambos conjuntos, que sin embargo en la práctica no era en absoluta la
realidad sobre el terreno de juego. Pero el futbol a veces es caprichoso y no entiende de favoritismos. Con el inicio de la primera mitad, las internadas de
Robben parecían hacerse cada vez más peligrosas. Una absurda falta cometida sobre el mismo por parte de Michel Bastos supondría el inicio de la
desgracia brasileña. Un centro de Sneijder bastaba para materializar el empate de la selección holandesa. La torpe
salida de Julio César y Felipe Melo hicieron lo demás.
Parecía un accidente, pero lo cierto es que el
miedo se apoderó de los de Dunga, que veían como los tulipanes resurgían de la nada. Aunque la sensación todavía era de
superioridad en el equipo brasileño, lo cierto es que toda la
solidez mostrada hasta ahora por Brasil se derrumbó. La segunda punzada llegó con una jugada
ensayada desde saque de córner. Kuyt pasaba de manera sorprendente el
esférico con la cabeza hacia atrás, y permitía a Sneijder rematar a placer sobre la portería del
guardameta brasileño.
A partir de ese momento, toda la
estructura de Brasil se vino abajo. El peligro se había convertido primero en miedo, y posteriormente pasaría a ser impotencia. Y es que Holanda supo leer muy bien el partido, dirigida por el extremo del Bayern, que
demostraba una vez más el buen estado de forma en el que se encuentra. Robben supuso las primeras dudas para una defensa que hasta ahora se había
consolidado como una de las más seguras del panorama mundial. Terminó desquiciando a todo Brasil, y Felipe Melo actuó de
portavoz esta vez, cometiendo una
agresión desmedida sobre el jugador holandés cuando este se encontraba en el suelo, y que dejaba a su equipo con un jugador menos.

Ante estas circunstancias, el modelo colectivo y organizado de Dunga se vio
reemplazado por individualidades consecutivas, con la esperanza de que una de ellas valiera el empate. Nilmar salió como revulsivo sin
éxito. Brasil lo intento hasta el último momento, pero finalmente el pitido del
colegiado sonó. La pentacampeona del mundo, una de las selecciones más temidas, había quedado
eliminada.
Parece que Sudáfrica 2010 se ha propuesto ser el Mundial de las
sorpresas. Lo cierto es que Holanda pasa a semifinales como un equipo bien
organizado y con una peligrosísima delantera. Quizás la
canarinha hace las maletas con la sensación de
merecer más, pero el futbol, y en especial las citas mundialistas son así. Un Mundial que por cierto se ha ido
calentando con el paso del tiempo, y que ahora en la fase decisiva del torneo, parece que quiere hacernos
disfrutar aún más de este maravilloso deporte. Esperemos que la actuación de España ayude a ello. El
tiempo dirá.