jueves, 1 de julio de 2010

Octavos de final; Japón 0-0 Paraguay: Los guaraníes tienen ganas de soñar

¿Quién le iba a decir al Tata Martino que, pasito a pasito, sin hacer mucho ruido y con la modestia por bandera, clasificaría a Paraguay para Octavos de final del Mundial, dejando en el camino a la actual campeona Italia, y que culminaría la gesta metiéndola por primera vez en su historia en unos Cuartos? Difícil pregunta. Muy, muy difícil. Tanto cómo le ha sido inculcar a sus chicos esa sencillez que les caracteriza y que les está haciendo superarse día a día. El seleccionador argentino es todo un ídolo. Y no es para menos. Lo que está haciendo es muy grande.



Es cierto que su juego no deslumbra mucho, intrincado por su carácter defensivo, por sus enmarañados esquemas. Pero ha logrado dar con la tecla, sacar el máximo de hombres cómo Alcaraz, Paulo da Silva o Riveros. Discípulo de Bielsa, Martino ha sabido maquinar una mezcla heterogénea y perfecta de juventud y veteranía para configurar un bloque más imperioso cada instante, que va camino de hacer grandes cosas, reminiscente en su toque en mayor o menor medida de la selección chilena, recientemente eliminada. Se lo debe a su mentor.



Fieles a su estilo contundente y tenaz pasaron la primera fase sin problemas. Y en el camino, esperaba Japón, otro de los combinados a tener en cuenta, que sorprendió a propios y extraños desarmando las tácticas de Camerún o Dinamarca para lograr el pase junto a Holanda en su Grupo E. El pétreo combinado de Okada, ambientado en la necesidad asiática de volver a la primera plana futbolística. Una selección que arriesga, que gusta, que atribuye su creación a las maniobras de Keisuke Honda y Makoto Hasebe, y cuya eficiencia es envidiable, como también lo es su rigurosidad táctica.



Así, el encuentro se planteaba cómo un encuentro muy técnico. La minuciosidad controladora de Martino y el conservadurismo de Okada así lo prometían. Y no fallaron al guión. La solidez defensiva paraguaya secó el ataque nipón, mientras que la delantera guaraní estuvo de por sí bastante flojita, fallona ante Kawashima y evidenciando su claro problema ofensivo. Con ello, el aburrimiento tiñó de sí todo el partido, con el 0-0 inicial condenado a perdurar durante mucho tiempo. Al menos, los noventa minutos y la prórroga. Y por que los penaltis lo permitieron, que si no, a buen recaudo estaríamos hablando de un encuentro más longevo que el famoso Mahut - Isner cosechado en tenis sobre la hierba de Wimbledon hace unos pocos días.






Sí, por primera vez en lo que llevamos de Mundial hubo que acudir al punto fatídico para desatascar un partido. A esa indeseable y suertuda tanda que impregna de drama (y de espectacularidad, ojo) el deporte rey cada vez que se encamina. Esta vez, la fortuna sonrió a Paraguay, y llevó al hara-kiri de un modo un tanto injusto a Komano, lateral revelación del torneo y que marró su lanzamiento. Cositas del fútbol. Para meterles por primera vez en unos Cuartos de final. La historia sonríe a la albirroja. Y a todos sus idílicos anhelos. Ya era hora.

1 comentario: