martes, 13 de julio de 2010

Eternos

Give me freedom. Dame libertad. Libertad, independencia para guiar a todo un sentir a la más anhelada de las glorias. Give me fire. Fuego, casta, coraje, fuerza. Valor para lograr la gesta. Give me reasons. Razones. Motivos para creer, para pensar en la idílica gesta. Take me higher. Guíame alto, más alto todavía, al límite, para conseguir consecutivamente la Eurocopa y el Mundial. Un logro para la historia. Al alcance de pocos, de muy pocos. Ya lo había vaticinado el simpático rapero somalí K'naan en su 'Waving flag', que Coca-Cola le encomendó elaborar para la cita. Tontos nosotros que no nos dimos cuenta. Con el frenético sufrimiento, la infártica expectación que nos hubiésemos ahorrado. Nuestro Iniesta de una vez por todas nos quitó la venda. Pero no fue fácil. Nada fácil.



Porque Holanda fue un contrincante mucho más correoso de lo que se preveía. Su juego, tosco, roñoso y de un fanatismo extremo, se centró en desmenuzar por lo sano las diabluras castellanas. Para ello, se sirvieron de durísimas entradas (escasamente sancionadas, patriotismo aparte, por el colegiado Howard Webb), aderezadas con una perseverante aunque feroz presión sobre el balón, confiando además en el hacer de Arjen Robben en los contragolpes. Por lo demás, nada de nada. Sneijder, como Kuyt, estuvo totalmente ausente. Parte de culpa de ello recaló en la extravagancia de las tácticas de Van Marwijk, fundamentadas en un juego entumecido y parco. Tiñeron de impotencia el galante toque español. Lo frenaron por la fuerza, tratando de llevar el partido a su estribo, imponiendo al mismo tiempo el miedo a la derrota en el sentir español. Inmerecidamente, Robben pudo extasiar al anhelo tulipán hasta en dos ocasiones. Pero ahí estuvo Casillas. Sempiterno, como siempre. Con ello, la violencia oranje fue lo único que se llevó a su punto más álgido. El ávido deseo de no dejar crear a los nuestros se transformó en una funesta y enciscada obsesión que martirizaría a los nuestros todo el partido. La severidad de Van Bommel, De Jong (inexplicablemente, ambos terminaron el partido), el propio Sneijder o Heitinga (que fue expulsado, paradójicamente quizás el que menos lo mereció) parecía pasar casi desapercibida a los ojos de Webb. Atenazado por el ímpetu y coraje neerlandés, el colegiado pareció quedar fuertemente amilanado, atrapado en la ratonera holandesa, donde su único consuelo parecía ser el impenetrable devenir del reloj. El encuentro entonces tomó un rumbo sinuoso, inescrutable, en el que la impotencia superó al deseo. La justicia parecía ajena a jugar su papel.
Así lo verificó la llegada a la prórroga. A esa fatídica media hora, prólogo de la triste discordia. España quería pero no le dejaban. El combinado holandés, rotundo en decidir su suerte desde los once metros, continuaba parapetado e inamovible atrás, con su férrea presíón y su laconismo ofensivo. La insostenibilidad de la situación era patente. La roja no merecía para nada esta situación. Pero entonces llego él. Cuando más urgía. A falta de solo cinco minutos para el final. El chico de Fuentealbilla. La estrella del Barça. Desde hace unos días, historia viva de este deporte. Centro a la desesperada de Fernando Torres, que apenas llevaba unos instantes sobre el campo, que rechaza la zaga. El balón le cae a Fábregas, a Cesc, a muy posiblemente la nueva manija del juego azulgrana junto a Xavi e Iniesta. Éste sirve a Andrés. A nuestro Andrés. A ese albino que lo ha cambiado todo. Que nos ha cubierto de grandeza. Sólo Stekelenburg por delante. Aunque ni las ganas del meta del Ajax, ni la fuerza del anhelo holandés, ni mucho menos la vergonzosa coacción neerlandesa sobre Webb sería suficiente para detener el misil, impulsado por la potencia de todo un país, de todo un sentir, de todo un bloque, de Dani Jarque, de Antonio Puerta, del Pulpo Paul, de todos nosotros. Ya era hora. Diecinueve mundiales después. Tras millones y millones de lágrimas derramadas. Tras una historia repleta de altibajos. Por fin, por fin.



El clamor era incansable, el jolgorio, agónico. Hasta que el colegiado hizo sonar su silbato. En ese momento, todo dejó de importar. La fiesta nos esperaba. Les esperaba. Iker Casillas se redimía de sus críticos con un sonado beso a su Sara Carbonero, tantas veces culpada de los fortuitos fallos del meta. Que le otorgaría una fuerza tenaz para levantar la copa. El campeonato. El codiciado título. Para por fin desatar la locura. Despertar la pasión. La pasión de una noche que este país recordará siempre. De una noche en la que hasta el Empire State se tiñó de rojo y amarillo. La pasión de la celebración desenfrenada. Ya nos tocaba. Es nuestro turno de soñar. Seréis inmortales. Gracias campeones, gracias.

domingo, 11 de julio de 2010

Es hora de hacer historia

La fecha está marcada. A las 20:30 de esta noche se dará cita el comienzo de un acontecimiento histórico sin precedentes. Holanda y España se enfrentarán en el Johannesburg Soccer City para dictaminar cuál de los dos ejércitos se proclamará campeón del mundo. Todo está preparado. La emoción es extrema. No es para menos.



Ambos combinados, además, querrán inaugurar su casillero mundialista. Para la selección española, esta será su primera final, una gesta sin antecedente alguno, mientras que la oranje querrá redimirse de lo sucedido en los últimos instantes de los mundiales consecutivos de 1974 y 1978. Alemania y Argentina fueron los respectivos mártires de los Cruyff, Rensenbrink, Neeskens y compañía. Por ello, los tulipanes, aferrados a aquello de que a la tercera va la vencida, intentarán el asalto definitivo al título. Pero, viéndoselas contra quienes se las ven, la tarea será de lo más exasperante. Habrá que ver si Robben es capaz de tirar de los suyos. Sin duda, a ello ayudarán la inspiración de un ensalzadísimo Sneijder, con el aliciente que supondría para ambos acallar todas esas bocas que les hicieron marcharse de Madrid sin hacer ruido, junto a la pericia atrás de Mathijsen y Heitinga, o la calidad arriba de Robin Van Persie, así como la templanza de Kuyt o Nigel de Jong o la solvencia de Demy de Zeeuw, que finalmente podrá ser de la partida, recuperado del fuerte golpe que sufrió en la mandíbula ante Uruguay en las semis.






Aunque necesitará algo más para poder hacer frente a la España de Del Bosque. Un equipo galán, tácticamente perfecto, cuyo modo de jugar fascina. Maestro del toque incansable. Un equipo que, bajo la batuta de Xavi e Iniesta, pretende cavarse su zanja en las crónicas más mágicas de este deporte. Hacerse un hueco junto a glorias como Brasil, Italia, Alemania, Argentina o Inglaterra. El pulpo Paul también lo ha pronosticado. Veremos si acierta, otra vez. Curiósamente, su único fallo se remonta a aquella dichosa final de Viena un 29 de Junio de hace dos años. España esta noche puede ser una locura.







UNO X UNO


Desde la página, hemos querido hacer una valoración comparativa de los valientes alineados por ambos combinados para alcanzar las estrellas. Estos son los resultados.




Stekelenburg - Casillas: 2

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Van der Wiel - Sergio Ramos: 2

Gio Van Bronckhorst - Capdevila: X

Mathisjen - Piqué: 2

Heitinga - Puyol: 2

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De Jong - Busquets: 2

Van Bommel - Xabi Alonso: 2

Sneijder - Xavi: 2

Robben - Pedro: 1

Kuyt - Iniesta: 2

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Van Persie - Villa: 2

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Van Marwijk - Del Bosque: X








Con ello, y según el veredicto de nuestros expertos, coincidente con el de un sentir entero, España es la gran favorita para alzar el título final. Para ello, el bloque ha de ser cauteloso, precavido y, sobre todo, no debe dejarse guiar por la funesta euforia. Que luego ya se sabe. Lo único que de momento está claro es que esta noche quedará vidente con total concisión el nombre de la nueva selección campeona del mundo. ¿Holanda o España? ¿España u Holanda? Ya no vale especular. Sólo puede ganar uno.

viernes, 9 de julio de 2010

Semifinales: Billete a la gloria

Por fin. Ha llegado el momento. El instante perfecto para confirmar nuestra grandeza. Será el 11 de Julio sobre el césped del Johannesburg Soccer City de la capital sudafricana. Ya tocaba. Una historia llena de altibajos así lo razona. Muchas lágrimas derramadas, mucha casta descastada. Pero por fin, España ha logrado plantarse en una final de la Copa del Mundo.


Y lo hizo tras imponerse al combinado más en forma de la competición. Al más temible. A un equipo cuyo dinamismo será un punto de inflexión en la larga crónica de este deporte. A la Alemania de Löw. A la selección que había vapuleado y desinhibido sin tapujos las carencias de grandes de la talla de Inglaterra o Argentina. Pero para la roja, nada es excesivo. Ni siquiera dar una lección de fútbol sobre el Moses Mabhida Stadium de Durban a susodicho fenómeno, acallando una vez más a sus detractores, rehuyendo de nuevo los problemas. Contra Alemania, la selección española mostró su cara más dinámica, más eficiente. Su mejor cara. El semblante que le hizo revivir aquella final de Viena. La conexión Xavi - Iniesta engranó a la perfección. Pedro, que sustituyó en el once al criticado Torres, exhibió su versión más mágica. Villa continuó haciendo de las suyas, y atrás, la solvencia de Busquets y Alonso (que, pese a ser dos portentos, no pueden jugar juntos), paralizó la máquina germana. Anulado Özil, desvirtuado Klose y sancionado Müller, la Mannschaft quedó noqueada y expuesta a las diabluras castellanas. Lo mejor estaba al caer. El pulpo Paul lo había vaticinado. La historia nos lo debía. De una vez por todas. Un inexorable testarazo de Puyol en el 73 de juego a un córner botado por Xavi lo terminó de constatar. El sueño se fortalecía. La expectación crecía. España, por primera vez desde que se inició en estos andares, se colaba en las puertas del éxito más dulce. Así es el fútbol, a veces hace justicia.




La gesta estaba cada vez más cercana. Sólo quedaba esperar que la fortuna no se pusiese de lado germano en los instantes finales, como en tantas ocasiones ha sucedido. Eso, y quince eternísimos minutos en los que un diminuto ápice podría apearnos de todos nuestros anhelos. Los chicos de Del Bosque así lo sabían. A grandes males, grandes remedios. La solución para sobreponerse a la presión estuvo, cómo no, en ese toque encandilador del que llevamos haciendo gala tantos años, esperando un mínimo resquicio para poder matar el partido. La tuvo Pedro, pero se cegó en su empeño de anotar en todas las competiciones. Daba igual. El veredicto estaba sellado. El extenuado combinado alemán observaba impotente el devenir del reloj. Ni la tenaz perseverancia de Lahm y Schweinsteiger ni la frescura de Kroos y Mario Gómez fueron suficiente. Nada lo fue. Porque el juego español no tiene otro antídoto que la propia arrogancia. Y es que si el irritante positivismo inculcado por los mass-media y el pequeño adivino cefalópodo no les carcome, nuestros veintitrés valientes pueden escribir su nombre en la historia internacional. Ya sólo nos queda Holanda. Torres mucho más altas han caído. Aunque dicen los más viejos que la confianza es repulsiva. Habrá que hacerles caso. ¡Vamos campeones!

Semifinales: La "orange" logra una cita con la historia.

Las miradas de millones de aficionados al fútbol se posaban sobre los seleccionados en el terreno de juego, elegidos para participar en una batalla. El premio, un pase para la final de Sudáfrica 2010, el último escollo hacia la gloria, concedida por la FIFA cada cuatro años. Sólo un país, un equipo formado por jugadores, entrenadores, cuerpo técnico y miles de seguidores lo conseguirá. La historia únicamente recordará a los vencedores. Holanda y Uruguay se presentaron en el Cape Town Stadium como candidatas a disputar la anhelada final mundialista. Algunos dirán que gracias a la suerte, ya que Ghana malogró de manera increíble su oportunidad para llegar a disputar este partido. Holanda, aunque bajo otras circunstancias, también se presentaba al choque tras dar la sorpresa ante la Canarinha.

Dos selecciones, que como por arte de magia se las presentaba una oportunidad fundamental para tratar de hacer historia. Los uruguayos quizás preludiaban mayores dificultades de cara al encuentro debido a las ausencias. Las providenciales manos de Luis Suárez habían supuesto la sanción del mismo. El delantero del Ajax ha demostrado en Sudáfrica sus magníficas capacidades futbolísticas y hasta ahora se había consolidado como el acompañante perfecto para Forlán. Fucile y Lugano también serían bajas por lesión. Sonaba el pitido inicial y Uruguay tomaba la iniciativa, con un buen planteamiento defensivo por parte del seleccionador Tabarez.


Los holandeses parecían no encontrar espacios en la zaga celeste, Van Bronckhorst lo sabía y probó fortuna desde lejos. Y entonces apareció la magia. Un tremendo zapatazo salió de sus botas. Desde la banda izquierda, a 40 metros de distancia, salía disparado un misil que perforaría la escuadra derecha de la portería uruguaya. La estirada de Muslera sirvió para poco. Sin duda alguna, el mejor tanto de este Mundial. Holanda se adelantaba en el marcador y los planes de Tabarez se transfiguraban. Uruguay debía atacar, y pronto ante la amenaza de jugadores como Robben o Sneijder. Si los tulipanes incrementaban aún más su ventaja se antojaba muy difícil una remontada.

A pesar de ello, los de Van Marwijk siguieron acorralando a la zaga celeste. Mucho tuvieron que sufrir los uruguayos para defender su área ante la insistencia holandesa. En los minutos finales de la primera mitad, Uruguay terminaría algunas jugadas con peligro. Una vez más, Forlán sería el héroe de su selección, e igualaría el electrónico con otro golazo desde la medular del área. Quizás el esférico hiciera un extraño para Stekelenburg, pero lo cierto es que podría haber hecho al más. Uruguay empataba el partido justo antes de irse al descanso.

Durante la segunda mitad saldría Van der Vart para aportar un poco en el aspecto ofensivo. Holanda volvería a retomar las riendas del partido, peró afloró un problema que parece ser una de las tareas pendientes para van Marwijk. Y es que Holanda, a pesar de tener unos jugadores con gran técnica, es incapaz de crear un juego fluido en la zona central del campo, encomendándose demasiado a las acciones individuales de su gran estrella, el extremo del Bayern, Robben.


Pero el gol finalmente llegó, y en el min 73 un tiro de Sneijder rebotaría en un defensa uruguayo, que deviaría la trayectoria del balón hacia el palo derecho. La pelota entraba en la portería in extremis, y Holanda parecía acariciar la final. Un centro de Kuyt cabeceado de manera perfecta por Robben remataba la faena, y dejaba a Uruguay prácticamente eliminada. Los minutos siguientes serían un asedio constante de los tulipanes, que desperdiciaban una ocasión tras otra, conscientes de que el encuentro estaba salvado. Aun así, todavía habría tiempo para dar un pequeño susto por parte de los uruguayos, que prácticamente en el descuento un disparo con rosca de Maxi Pereira acortaba distancias. El tanto parecía sólo honorífico, pero lo cierto es que Uruguay, con Forlán a la cabeza lo intentó hasta el último instante. Finalmente el colegiado señalaba el final del encuentro.


Holanda tras años de espera, había conseguido tener una oportunidad para ganar un Mundial. En frente les espera España, un cojunto capaz de desplegar un juego que parece haber sido traído del cielo. Sin duda, los flamencos sufrirán ante la que puede coronarse la mejor selección del mundo. Esperemos que su espera para alcanzar la gloria del panorama futbolístico tenga que alargarse unos años más. Ahora nos toca disfrutar con el partido más importante que se encuentran ante sí las dos selecciones. La historia sólo recuerda a uno...y los españoles queremos hacer historia...

miércoles, 7 de julio de 2010

Cuartos de final: España 1-0 Paraguay: Cuando los problemas vuelven a aflorar

La selección española ya está en semifinales. No ha sido fácil, nada fácil, pero 60 años después de aquella idílica gesta lograda en Brasil, la Roja vuelve a estar entre las cuatro mejores del Mundial. Ya tocaba, décadas de llantos y cuantiosas esperas así lo constatan. En Brasil, fuimos cuartos. Ahora, esperamos con ansia superar nuestro pasado.



Para ello, hemos tenido que superar arduos escollos. Suiza, Honduras, Chile, Portugal y ahora Paraguay. La muralla de Martino. El fortín sudamericano. El valladar que ha vuelto a relanzar las dudas. Esas dudas surgidas en la fase de grupos y aparentemente disipadas ante Portugal. Ese excesivo ímpetu por el toque clásico y monótono, carente de dinamismo y versatilidad, fundamentado en la presencia de un doble pivote conformado por Busquets y Xabi Alonso, dos portentos que, en cambio, no contribuyen a la ofensividad del conjunto, en detrimento del oxígeno que supondría la entrada de Silva o Pedro por la izquierda, dónde se está damnificando a Villa, que aun sin jugar en su puesto natural, se está erigiendo cómo máxima figura del Mundial. Esa excesiva preocupación por la mala forma de viejos rockeros como los Torres, Cesc o Capdevila. Ese continuado debate sobre el estilo de juego de Del Bosque, que parece estar destinado a enturbiar por siempre el ambiente del grupo. De nada sirvió el ostentoso maquillaje exhibido ante los lusos. España parece estar perdiendo su gracia, su asombrosa chispa, su carismática magia. El combinado guaraní así lo dilucidó.


Atrincherados atrás, los chicos dirigidos por Martino plantearon un encuentro táctico, aburrido, cansino, con una contundente y eficaz zaga que repeliese a Villa y Torres. Con ello, el nerviosismo y la ansiedad hicieron su efecto en la roja, incapaz de encontrar espacios. Los problemas y las dudas volvían a surgir, una vez más (con un sólo disparo a puerta en el primer tiempo), y se transformaron en frágil temor cuando Piqué enganchó en el minuto 56' a Cardozo en el área. Tarjeta amarilla. Estallaría entonces la pasión más desenfrenada. Quizás merecidamente, Paraguay podía ponerse por delante en el marcador. El propio Cardozo fue el encargado de tratar de enmendar el gol anulado a Haedo Valdez poco antes por un fuera de juego inexistente. En frente, Casillas, muy cuestionado en los últimos días tanto dentro como fuera de la cancha. El máximo anotador de la Superliga portuguesa contra el mejor portero del mundo. Y ganó el segundo. Iker detuvo el fortuito lanzamiento y armó el contragolpe. Segundos después, Alcaraz derribaba a Villa en el área paraguaya. Tarjeta amarilla. La situación se invertía. Ahora, Xabi Alonso preparado para fusilar a Justo Villar, dispuesto a redimirse de su triste año en Valladolid y a hacerse un hueco entre los grandes porteros del panorama mundial. El donostiarra se impuso a la comprensible presión. Gol de España. Pero entonces llegó el momento. Ese momento que ha estado presente en la gran mayoría de encuentros disputados hasta la fecha en este Mundial. El momento en el que al colegiado del encuentro le da por convertirse en protagonista del partido. En esta ocasión, le tocó al guatemalteco Carlos Batres. Sudamericano, como Paraguay. Luego se habla de la imparcialidad. Batres ordenó repetir la pena máxima y esta vez, Villar se creció. Detuvo y, de paso, derribó a Cesc cuando se disponía a rematar la faena. Una acción que ha podido dejar al catalán sin semifinales, pero impasible en el transcurso del choque. Parecía mentira, pero las cosas seguían igual que sólo instantes atrás. Igual que al principio. Bueno no, igual no, comenzaba la fragmentación del choque. La emoción. Dos penaltis y otro no pitado así lo contrastaban.


El encuentro entonces se transformó. El éxtasis se llevó a su punto álgido y el vaivén de ocasiones basculaba hacia uno y otro lado. Y lógicamente, el más fuerte fue el que se impuso. A falta de diez minutos, Iniesta, en otra genialidad de las suyas, asistió para Pedro, que remachó al poste. Villa, feroz al rechace, no perdonó. Paraguay desesperaba. España era un clamor. Un sentimiento unificado. El asturiano de nuevo nos pasaba de fase. La impotencia albirroja así lo atesoró. Ya estamos en semis. Alemania espera.

Cuartos de final: La 'Mannschaft' humilla a Argentina y ya espera a España


Alemania 3-0 Argentina. Minuto 89. Los germanos roban un balón en su campo e inician su enésimo contraataque en este Mundial. Como la mayoria de los anteriores, se trata de una jugada de manual, iniciada por Muller, seguida por el genial Ozil y finalizada, como suele ser habitual, por el killer Klose. Era el 4-0 en el marcador y la debacle total en el equipo argentino, que asistía abrumado a una nueva exhibición de los de Joachim Low. La ‘Mannschaft’ humillaba así, tras el 4-1 a Inglaterra, a otro de los grandes favoritos a alzarse con el Copa del Mundo el 11 de julio en el Soccer City, sin duda un nuevo golpe de efecto a un torneo que cada vez tienen más cerca, aunque para ello tendrán que superar al vigente campeón de Europa y todavía máximo favorito en las apuestas tras la eliminación de Brasil: la Selección Española.
Pero sigamos con el partido. La Albiceleste se presentaba en cuartos tras una serie de encuentros brillantes que la colocaban, incluso, como favorita para colarse en las ‘semis’ del torneo. Se trataba del mejor ataque hasta el momento, con diez goles en su haber, y una defensa en principio sólida con un portero que no había necesitado lucirse aun.
Mientras tanto, los alemanes también llegaban con la moral alta gracias a su contundente victoria ante la Inglaterra de Capello, por lo que se preveía un partido intenso y con un marcador muy ajustado.
Pero no fue así. Apenas habían transcurrido dos minutos cuando Schwensteiger botaba una falta algo más allá del pico del área y Muller, ante la pasividad de la defensa argentina y, sobre todo, del guardameta, introducía el balón en la portería en el que era su cuarto gol mundialista. Maradona no se lo podía creer. En solo dos minutos su planteamiento había saltado por los aires. Si es que tenía alguno, claro. Minutos más tarde pudimos comprobar que no, no lo tenía. A partir de entonces, a pesar de haber margen de remontada, el equipo sudamericano comenzó a deambular por el campo, perdido, esperando una jugada aislada o que Messi se echara el equipo a la espalda. Pero el ‘Bota de Oro’ no puede jugar solo contra once. Nadie le ayudaba, si acaso un peleón Tévez que se resignaba a caer eliminado sin oponer resistencia. Ahora entendemos por qué es tan distinto el Messi del Barça al de la Albiceleste. No es culpa suya. Un equipo sin entrenador, por muy buenos jugadores que tenga, no puede hacer daño a nadie. Así se demostró ayer. Los de Joachim Low asediaban sin descanso la portería defendida por Romero, otro de los culpables de la pronta rendición argentina. El segundo estaba al caer, pero no llegó hasta la segunda parte. El descanso pudo ser un punto de inflexión en el encuentro, pues los germanos salieron algo dormidos, y Argentina, liderada sorprendentemente por Di María, dio ligeras muestras de mejoría que pudieron desembocar en el empate. Pero sólo fueron quince minutos, los que duró la caraja alemana. Luego todo volvió a la normalidad. Alemania fue la de la primera parte, ese equipo ordenado, con fantasía y musculo a partes iguales en el medio y letal arriba. Khedira cumplió un día más, Schwensteiger realizó su mejor partido y los tres más adelantados, como siempre, fueron los encargados de aniquilar al rival. Klose anotó el segundo y el cuarto tras grandes servicios de Podolski y Ozil, respectivamente, e incluso Friedrich anotó su primer gol culminando una extraordinaria jugada de Schwensteiger. Poco más hay que decir. Maradona no encontró soluciones, y Messi y Tévez acabaron bajando al doble pivote para poder recibir el balón. Ver para creer.
Alemania, como durante casi todo el torneo, fue una apisonadora, y en estos momentos es, por méritos propios, la máxima candidata a hacerse con la Copa del Mundo. Demasiado para una Argentina que se despide con la cabeza gacha. Tras su gran primera fase se vieron incluso con posibilidades de ganarlo, pero la ‘Mannschaft’ le puso los pies en la tierra. Hablaron demasiado fuera del campo, con un entrenador que no está capacitado para dirigir a un equipo en las grandes citas. Llegan tiempos de revolución en Argentina, mientras que Alemania, por fin, disfruta con sus chicos. Dejémosles. Se lo merecen.

martes, 6 de julio de 2010

Cuartos de final: Las manos de Dios salvan a Uruguay



Era la hora de la verdad. Cuartos de final entre Uruguay y Ghana, dos selecciones que habían sorprendido por su gran calidad en el nivel de juego mostrado hasta ahora. Las Estrellas Negras se presentaban como la única esperanza para África entera. Atrás quedaban selecciones como Camerún, Costa de Marfil o Sudáfrica, en su empeño por demostrar que el continente africano todavía tiene mucho que decir. Todas las miradas se centraban en Ghana, un equipo que había sido capaz de hacerse un puesto clasificatorio en la fase de grupos en detrimento de Serbia o Australia. Un equipo que llegaba a cuartos con un sueño, compartido por millones de almas, el de llegar a semifinales, y por qué no, llegar a disputar una final mundialista. Los ghaneses ya habían demostrado sus capacidades y ahora eran respetados...pero enfrente se encontraban Uruguay, otra de las selecciones tapadas, dispuesta a conseguir una cita con Holanda en Semifinales.


El partido se presentaba muy disputado, sin claro favorito. Uruguay comenzaría a tomar la palabra con Forlán a la cabeza, el delantero uruguayo está confirmando su excelente estado de forma mostrado hasta ahora en la liga española. Una de las primeras ocasiones de gol lo propiciaría precisamente él, enviando desde saque de esquina el balón al área. Un fallido despeje de Mensah obligaba al arquero ghanés Kingson a salvar los muebles con la cabeza.


Lo cierto es que durante gran parte de la primera mitad sería Uruguay la dominadora del juego, salvo precisas incursiones de los ghaneses en área rival. Sin embargo, en el último minuto del tiempo añadido Muntari se sacaba un zapatazo lejano desde fuera del área, y Muslera era incapaz de pararlo. Ghana se adelantaba en el marcador

y alimentaba las esperanzas de todos los africanos.


Empezaba la segunda parte, y Uruguay se mostraba más ofensiva ante las circunstancias. Una falta cercana al pico del área cometida por Pantsil se convertía en una oportunidad para Uruguay. Y entonces apareció de nuevo él. Con un tremendo disparo el esférico superaba la barrera ghanesa y atravesaba la escuadra. Forlán metía a los uruguayos de nuevo en el partido.


A partir de ese momento las ocasiones se sucederían para ambos equipos. La igualdad quedaba reflejada en el marcador, y parecía que ninguno de los dos bandos fuera capaz de resolver el encuentro con un gol. La prórroga se vislumbraba cada vez más cerca, y finalmente el colegiado tuvo que dar paso a los 30 minutos extra.


El partido en ningún momento varió de papel. Uruguay tenía sus ocasiones, pero no las aprovechaba, lo mismo pasaba con Ghana. La tanda de penaltis se presentaba como la solución obvia a un partido que no tenía claro vencedor. Sin embargo, el destino tenía preparado un final agónico, impresionante, que quedará grabado en la mente de muchos durante décadas.



Ghana sacaba una falta cometida muy cerca del área. Debía ser la última oportunidad de resolver el encuentro y evitar la lotería de los penaltis. Una mala salida del guardameta Muslera dejaba prácticamente la portería vendida. Appiah remataba el esférico, pero Luis Suárez despejaba con el pie y el balón salía despedido hacia el punto de penalti sin dueño. Entonces Adiyiah, de cabeza, volvería a rematar. La historia volvía a repetir uno de los sucesos más famosos en el mundo del futbol. Ante la imposibilidad de despejar con la cabeza, Luis Suárez evitaria el gol con una clamorosa mano, cometiendo penalti.


El delantero del Ajax era expulsado, y llorando cabizbajo se disponía a abandonar el terreno de juego. Ghana tenía en sus manos su porvenir, podía pasar a semifinales y medirse ante Holanda. El encargado para resolver era Gyan. Resulta asombroso el paso tan ínfimo existente entre la gloria y el fracaso, entre la alegría y el llanto. El destino quiso que Gyan lo comprobara con sus propios ojos. Con un disparo potente, estrellaba el esférico contra el larguero. Ghana fallaba el penalti más importante de su historia, ante la alegría de todo Uruguay, y Luis Suárez, curiosamente pasaba de ser villano a héroe de su nación.


Se suele decir que la tanda de penales es una lotería, que el factor más importante es el psicológico. Ghana había perdonado el partido, pero disponía de otra oportunidad, esto dotaba al encuentro de cierto carácter épico. Y vaya si fue épico, quizás el más apasionante de Sudáfrica 2010.


Tras los lanzamientos fallidos de Mensah y Maxi Pereira, volvía a fallar Adiyiah. Si Uruguay marcaba sería semifinalista. El encargado de tirarlo era el Loco Abreu, famoso por anotar penales al estilo Panenka. Se mostraba una locura ejecutar así el tiro bajo esas circunstancias. Ambas selecciones se jugaban todo, este era el momento de la verdad, y parecía imposible que Abreu se la fuera a jugar de esa manera. Pero el Loco Abreu hizo honor a su apodo. Fueron cinco segundos que paralizaron a toda una nación, cinco segundos que pasarán a la historia. Abreu anotaba el último gol a lo Panenka y desataba la euforia en los corazones de los uruguayos, y la desgracia de los ghaneses. Ghana, que parecía semifinalista hacía unos momentos, era eliminada de la competición.



Así es el futbol, un deporte que mueve pasiones precisamente por otorgar momentos como este. Las semifinales ya han llegado. Ya sólo quedan cuatro selecciones, ciertamente, esto está al rojo vivo.



sábado, 3 de julio de 2010

Cuartos de final: Dos punzadas matan a la canarinha.

Johannesburgo. Cuartos de final entre Holanda y Brasil, dos de las serias candidatas al título. Sin duda una cita capaz de transmitirnos emociones fuertes, y vaya si lo hizo. El partido comenzaba con aires de grandeza, en el que los brasileños partían como favoritos. No era para menos, pues hasta ahora la selección de Dunga cuajaba un gran Mundial. La canarinha había sido sometida a una tremenda ola de críticas en torno a su estilo de juego. Atrás quedaba el archiconocido jogo bonito que había conquistado a medio mundo años atrás. Jugadores de gran técnica como Ronaldinho o Pato se quedaban a las puertas de Sudáfrica 2010. Dunga presentaba un nuevo proyecto, una nueva concepción del fútbol distinta a la mostrada hasta entonces, basada en la solidez en la zaga, y rematada con una poderosa delantera. Puede que Brasil no mostrara un juego tan vistoso como en tiempos pasados, pero es innegable el poderío de sus jugadores. Hoy era ese día, esa oportunidad para demostrar que el nuevo proyecto del seleccionador brasileño había dado sus frutos. Era el momento idóneo para silenciar a muchos... pero enfrente se encontraban los tulipanes, dirigidos perfectamente por Van Marwijk.



Una de las desventajas de ser favorito es la posible falta de tensión ante el rival. En este caso Brasil no defraudó, y empezó el partido controlando todos los factores del juego. Holanda parecía atenazada por el respeto ante la canarinha. Robinho lo confirmaría en el min 8, con un tanto anulado debido a la posición indebida de Alves. El primer aviso para los tulipanes ya estaba dado. Dos minutos después el jugador cedido por el City al Santos obtendría lo que anteriormente se le escapó por poco. Un pase de Felipe Melo que sortearía toda la defensa holandesa le permitiría plantarse enfrente del guardameta Stekelenburg, y no perdonaría.



Brasil se ponía por delante del marcador, todo parecía que iba a ser una noche fácil para la canarinha, e incluso olía a goleada. El conjunto de Van Marwijk era incapaz de adueñarse sobre el control del esférico, y salvo pequeñas aproximaciones al área de Julio César por parte del tridente ofensivo Sneijder, Robben y Van Persie (de lejos los jugadores más destacados de esta selección) no crearían peligro alguno. El marcador en el descanso reflejaba una escasa diferencia entre ambos conjuntos, que sin embargo en la práctica no era en absoluta la realidad sobre el terreno de juego. Pero el futbol a veces es caprichoso y no entiende de favoritismos. Con el inicio de la primera mitad, las internadas de Robben parecían hacerse cada vez más peligrosas. Una absurda falta cometida sobre el mismo por parte de Michel Bastos supondría el inicio de la desgracia brasileña. Un centro de Sneijder bastaba para materializar el empate de la selección holandesa. La torpe salida de Julio César y Felipe Melo hicieron lo demás.



Parecía un accidente, pero lo cierto es que el miedo se apoderó de los de Dunga, que veían como los tulipanes resurgían de la nada. Aunque la sensación todavía era de superioridad en el equipo brasileño, lo cierto es que toda la solidez mostrada hasta ahora por Brasil se derrumbó. La segunda punzada llegó con una jugada ensayada desde saque de córner. Kuyt pasaba de manera sorprendente el esférico con la cabeza hacia atrás, y permitía a Sneijder rematar a placer sobre la portería del guardameta brasileño.



A partir de ese momento, toda la estructura de Brasil se vino abajo. El peligro se había convertido primero en miedo, y posteriormente pasaría a ser impotencia. Y es que Holanda supo leer muy bien el partido, dirigida por el extremo del Bayern, que demostraba una vez más el buen estado de forma en el que se encuentra. Robben supuso las primeras dudas para una defensa que hasta ahora se había consolidado como una de las más seguras del panorama mundial. Terminó desquiciando a todo Brasil, y Felipe Melo actuó de portavoz esta vez, cometiendo una agresión desmedida sobre el jugador holandés cuando este se encontraba en el suelo, y que dejaba a su equipo con un jugador menos.



Ante estas circunstancias, el modelo colectivo y organizado de Dunga se vio reemplazado por individualidades consecutivas, con la esperanza de que una de ellas valiera el empate. Nilmar salió como revulsivo sin éxito. Brasil lo intento hasta el último momento, pero finalmente el pitido del colegiado sonó. La pentacampeona del mundo, una de las selecciones más temidas, había quedado eliminada.



Parece que Sudáfrica 2010 se ha propuesto ser el Mundial de las sorpresas. Lo cierto es que Holanda pasa a semifinales como un equipo bien organizado y con una peligrosísima delantera. Quizás la canarinha hace las maletas con la sensación de merecer más, pero el futbol, y en especial las citas mundialistas son así. Un Mundial que por cierto se ha ido calentando con el paso del tiempo, y que ahora en la fase decisiva del torneo, parece que quiere hacernos disfrutar aún más de este maravilloso deporte. Esperemos que la actuación de España ayude a ello. El tiempo dirá.

jueves, 1 de julio de 2010

Octavos de final; Japón 0-0 Paraguay: Los guaraníes tienen ganas de soñar

¿Quién le iba a decir al Tata Martino que, pasito a pasito, sin hacer mucho ruido y con la modestia por bandera, clasificaría a Paraguay para Octavos de final del Mundial, dejando en el camino a la actual campeona Italia, y que culminaría la gesta metiéndola por primera vez en su historia en unos Cuartos? Difícil pregunta. Muy, muy difícil. Tanto cómo le ha sido inculcar a sus chicos esa sencillez que les caracteriza y que les está haciendo superarse día a día. El seleccionador argentino es todo un ídolo. Y no es para menos. Lo que está haciendo es muy grande.



Es cierto que su juego no deslumbra mucho, intrincado por su carácter defensivo, por sus enmarañados esquemas. Pero ha logrado dar con la tecla, sacar el máximo de hombres cómo Alcaraz, Paulo da Silva o Riveros. Discípulo de Bielsa, Martino ha sabido maquinar una mezcla heterogénea y perfecta de juventud y veteranía para configurar un bloque más imperioso cada instante, que va camino de hacer grandes cosas, reminiscente en su toque en mayor o menor medida de la selección chilena, recientemente eliminada. Se lo debe a su mentor.



Fieles a su estilo contundente y tenaz pasaron la primera fase sin problemas. Y en el camino, esperaba Japón, otro de los combinados a tener en cuenta, que sorprendió a propios y extraños desarmando las tácticas de Camerún o Dinamarca para lograr el pase junto a Holanda en su Grupo E. El pétreo combinado de Okada, ambientado en la necesidad asiática de volver a la primera plana futbolística. Una selección que arriesga, que gusta, que atribuye su creación a las maniobras de Keisuke Honda y Makoto Hasebe, y cuya eficiencia es envidiable, como también lo es su rigurosidad táctica.



Así, el encuentro se planteaba cómo un encuentro muy técnico. La minuciosidad controladora de Martino y el conservadurismo de Okada así lo prometían. Y no fallaron al guión. La solidez defensiva paraguaya secó el ataque nipón, mientras que la delantera guaraní estuvo de por sí bastante flojita, fallona ante Kawashima y evidenciando su claro problema ofensivo. Con ello, el aburrimiento tiñó de sí todo el partido, con el 0-0 inicial condenado a perdurar durante mucho tiempo. Al menos, los noventa minutos y la prórroga. Y por que los penaltis lo permitieron, que si no, a buen recaudo estaríamos hablando de un encuentro más longevo que el famoso Mahut - Isner cosechado en tenis sobre la hierba de Wimbledon hace unos pocos días.






Sí, por primera vez en lo que llevamos de Mundial hubo que acudir al punto fatídico para desatascar un partido. A esa indeseable y suertuda tanda que impregna de drama (y de espectacularidad, ojo) el deporte rey cada vez que se encamina. Esta vez, la fortuna sonrió a Paraguay, y llevó al hara-kiri de un modo un tanto injusto a Komano, lateral revelación del torneo y que marró su lanzamiento. Cositas del fútbol. Para meterles por primera vez en unos Cuartos de final. La historia sonríe a la albirroja. Y a todos sus idílicos anhelos. Ya era hora.

miércoles, 30 de junio de 2010

Octavos de final: La maravilla que tumbó a Portugal

El mundo entero se despertaba hoy con una esperanzadora noticia. El pase de España a cuartos de final en el Mundial de Sudáfrica. El golpe de timón de un equipo que ha dejado atrás su aburrida imagen, afianzada en el toque incansable, para alcanzar las estrellas. Pero sobre todo, la inspiración de un delantero que no se cansa de otorgar éxitos a su país. De un delantero que únicamente está a tres goles de ser el máximo goleador castellano de la historia. De un delantero que en el campo se transforma en despiadado asesino, en un goleador nato. De David Villa. Al grito de '¡MaraVilla!" amanecían todos los diarios españoles, atribuyendo la gesta española al flamante fichaje del Barcelona. Y razón no les faltaba. Pero la prensa se olvidaba de algo. De la proeza alcanzada por un bloque unido, que a base de fuerza ha superado todos sus complejos, se ha superpuesto a sus problemas y se ha alzado cómo uno de los combinados más temibles a escala intercontinental. Sin dejarse influír por la prepotencia destilada por los medios de comunicación, que daban el trofeo por supueso desde sus comienzos, los jugadores de Del Bosque han ido paso por paso, vigilando cada incógnita surgida desde aquel insólito tropiezo ante Suiza, motivado casi con toda seguridad por las impropias adulaciones de los periodistas, que no son otros que, curiosamente, quienes especulaban con el Triplete del Real Madrid la pasada campaña. Un poco de humildad no les vendría nada mal. Y si no la quieren, por lo menos que no se la nieguen a quiénes la necesitan. Y más, en momentos cómo este. En la Copa del Mundo. Sus manipuladoras campañas a favor de la titularidad de Casillas o Xabi Alonso han dado sus frutos, pero a buen recaudo que no lo harán sus tretas para acrecentar la autoestima de nuestros chicos. Porque el bloque, forjado a base de humildad e insistencia, está totalmente engranado, y únicamente le falta entonar su dinamismo para volver a fascinar.


Portugal dio buena cuenta de ello. Los chicos de Queiroz contribuyeron al rodaje definitivo de un equipo que está comenzando a dejar de notar la baja de Silva. El trabajo de Busquets es tan encomiable cómo el instinto de Villa o las aptitudes de Iniesta. Y si a ello se une la resurreción del alma mater del equipo, Xavi Hernández, la perfección del brevaje es letal para cualquiera. En esta ocasión, le tocó a Cristiano y a los suyos, relanzados paradójicamente por los mass media portugueses. Llegaban creciditos, muy creciditos, tras haber goleado a Corea del Norte, empatado con Brasil y dejado en la cuneta a Costa de Marfil en la fase de grupos. Les tocó aprender la lección. Pensaban que, jugándo a la contra, racaneando y desvirtuando, iban a llevarse algo positivo. Aunque únicamente el gran trabajo de su meta Eduardo, que dicho sea de paso recibió de España el primer y solitario tanto que encajaría en toda la competición, evitó un bochorno de libro. Parapetados atrás, los chavales de Queiroz aguardaba un fallo español para salir al contragolpe, sirviéndose para ello de truculentas acciones y faltas innecesarias. No buscaban el balón. Ni tampoco un juego ofensivo. Como llevaban haciendo todo el Mundial. Pero contra los nuestros, eso no vale. Dueña y señora del juego, y con Xavi e Iniesta haciendo de las suyas, la gloria española era cuestión de minutos. Y llegó tras una genial combinación a los 62' de juego, en un premio a la insistencia. El fusil de Villa superó el ímpetu de Eduardo tras un rechace. Justo cuando más lo necesitaba España.



A partir de entonces, el partido se ennegreció. España prefirió comedirse y reservar, y el ataque, salvo puntuales virguerías de Fernando Llorente, se acotó. Portugal se descolocó y empeoró aún más, si cabe. Con Cristiano seco y absortos de ideas, se dedicaron a mirar el reloj, con una impotente expulsión de Ricardo Costa de por medio. El silbato de Héctor Baldassi decretó el resurgir de un prodigio. De un sueño inspirado en la más profunda superación. Del resurgir de una maravilla conformada por todos nuestros valientes. Tiembla Paraguay. Arrogancia aparte.

Octavos de final: Brasil 3-0 Chile. La 'Canarinha' se exhibe ante Chile

Brasil ya está en cuartos. La pentacampeona no cesa en su imparable camino hacia la reconquista de la Copa del Mundo, y sigue cumpliendo con las expectativas que indican que debe hacer grandes cosas en este invierno sudafricano. Su juego, aunque lejos de aquel jogo bonito de antaño, mejora constantemente conforme avanza la competición. Tras Corea del Norte, Costa de Marfil y el trámite ante Portugal, esta vez la víctima fueron los chilenos del ‘Loco’ Bielsa, una de las gratas sorpresas de la cita, que se habían plantado en octavos con seis puntos y un juego alegre y vistoso que a punto estuvo de meter en problemas al combinado español el pasado día 25.
Pero ante Brasil, y en unos octavos de final de un Mundial, las cosas cambian. Es otra historia. Ahí es donde comienza el torneo para la Canarinha, que se encuentra en su salsa en esta clase de partidos. Y más aún con el nuevo modelo de Dunga que, aunque criticado, es de una efectividad enorme.
Los brasileños salieron al campo muy intensos en defensa pero tranquilos, esperando a que llegase su oportunidad. Chile, al igual que frente a España, trató de tomar la iniciativa en esos primeros minutos de juego, pero con una gran diferencia a su favor: esta vez en punta se encontraba el peligroso Chupete Suazo, ya recuperado de su lesión, lo que añadía es pizca de presencia en ataque que le había faltado a los de Bielsa hasta entonces. Sin embargo, Brasil se mantuvo fiel a su nuevo estilo, agazapándose en los primeros compases del partido cerrando bien sus líneas en el centro del campo. Los chilenos no lograban penetrar en el sólido entramado defensivo brasileño y, pasado el primer cuarto de hora de juego, los de Dunga comenzaron a cambiar de actitud, buscando algo más la portería rival aunque sin demasiado peligro. El partido entonces ya empezaba a inclinarse hacia el lado que le gusta a la nueva Seleçao. Chile no tenia soluciones ante la presión brasileña, y Suazo se encontraba demasiado solo arriba como para poder crear el más mínimo peligro entre la sólida defensa comandada por Lucio.
Así, Brasil fue adelantando poco a poco sus líneas, aunque cediendo todavía la posesión de balón a los chilenos, esperando una contra mortal que encarrilara el partido. Las jugadas de peligro comenzaban a llegar, y en una de éstas, un córner botado de manera excepcional por Maicon, Juan anotó el primer gol del partido con un cabezazo inapelable que enmudeció el estadio por un momento.
La pentacampeona, sin hacer nada del otro mundo y con insultante facilidad, se adelantaba en el marcador, algo que resulta muchas veces clave en estos encuentros. Y así ocurrió.
Bielsa trataba de animar a sus jugadores, hundidos ante el gol brasileño, pero no sirvió de mucho. La Canarinha, crecida, es un martillo cuando está por encima, y apenas tres minutos después llegó el segundo, una contra de manual dirigida por Robinho y culminada por Luis Fabiano, que encarrilaba el pase a la siguiente ronda. Los chilenos observaban, atónitos, como el partido y el torneo se les escapaban de las manos sin poder hacer nada por evitarlo. Ni el genial Bielsa encontraba soluciones con las que intentar dar la vuelta al partido. Es lo que tiene la nueva Selección brasileña, un conjunto extremadamente efectivo y constante, muy difícil de batir y capaz de resolver un partido en dos contraataques.
Así, sin desplegar un juego excesivamente brillante o atractivo, los de Dunga se retiraban a los vestuarios con un 2-0 que dejaba los cuartos prácticamente a tiro.
Mientras tanto, los chilenos, dominadores del partido, veían abrumados como su sueño se esfumaba sin apenas darse cuenta.
El ‘Loco’ realizó cambios ofensivos para tratar de mejorar el equipo y cambiarle la cara al partido, manteniendo en el campo al desaparecido Suazo e introduciendo al incisivo Valdivia y al peligroso Paredes. Chile mostró entonces su cara más directa, con Sánchez y el mencionado Valdivia muy activos arriba. Pero la seguridad de Lucio y Juan (con la inestimable ayuda del rejuvenecido Gilberto Silva) y los reflejos de Julio César, el mejor portero del campeonato, permitieron a Brasil completar el trámite de los segundos cuarenta y cinco minutos sin mayores problemas.
Además, y como no podía ser de otra manera, cuando más ‘achuchaba’ Chile, Robinho, Kakà y compañía se encargaron de ‘matar’ definitivamente el partido con otra contra de libro que finalizó el díscolo ex jugador del Madrid, una de las grandes estrellas del torneo.
Así pues, 3-0 ante un equipo, el chileno, que, a pesar del resultado, se despide del torneo con la cabeza alta y la sensación de poder haber hecho algo más. Pero enfrente tenia a la apisonadora de Dunga, un equipo temible que ya se ha convertido en el máximo favorito a ganar el Mundial y que espera a Holanda en el que será, con permiso del Argentina – Alemania, el gran partido de cuartos de final. No se lo pueden perder.

Octavos de final: Holanda 2-1 Eslovaquia: Robben aniquila el sueño eslovaco






Qué cosas tiene el fútbol. Hace apenas unos días, Eslovaquia, en su primera participación en un Mundial, se erigía como octavofinalista al derotar a la todavía campeona del mundo, la Italia de Lippi, y se exhibía cómo un combinado muy a tener en cuenta, con serias opciones para ser la gran revelación mundialista. El talento, el coraje, y las ganas de hombres cómo Vittek, Kopunek, Hamsik, Jendrisek, Kucka o Skrtel daban pie a ello. El optimismo era evidente.



En cambio, en sólo unas horas las circunstancias han cambiado radicalmente. Los pupilos de Vladimir Weiss han visto cómo su idílico sueño se tornaba en triste pesadilla. El éxito se esfumaba, el deseo se perdía. 288 minutos después, la mágica zurda de Arjen Robben acometía el principio del fin del anhelo eslovaco. Y con ello, el fin de su fuerza, de su garra, de su instinto. Eslovaquia se borró del terreno de juego y únicamente la gran labor del meta Mucha, llamado a ser una de las sensaciones mundialistas, pudo impedir un resultado más holgado. La simpatía despertada a base de su tenaz desparpajo y su continuado esfuerzo no parecía ser suficiente para arredrar a una Holanda que, sin hacer mucho, se hizo con el control del choque.



Así se llegó al tramo final del partido, con un combinado balcánico impotente y extenuado, incapaz de encontrar un mínimo resquicio de positivismo. Hamsik estaba apagado, Vittek, fallón, y la entrada de Kopunek no parecía para nada oxigenar un mínimo a una selección a la que se le agotaba el crédito. Entonces, a falta de un cuarto de hora para la conclusión del juego, los chavales de Weiss comenzaron a concienciarse de la situación, a cerciorarse de que, de seguir así, sería el fin de su periplo mundialista. Por ello, y haciendo valer su impecable perseverancia, se lanzaron al asalto de la meta de Stekelenburg. Pero había otro invitado sorpresa. El factor maldito, plasmado en esos fatídicos nervios que aparecen cuando menos se desean. Jugaron su terco papel, emponzoñaron por partida doble a un Vittek resignado a ver los cuartos por televisión, y terminaron por ultrajar el papelón de Mucha en la competición en la jugada que originaba el 2-0 a falta de cinco minutos para el final. Sneijder, sirviéndose de la pillería de Kuyt ante la fatal salida del arquero, fue en encargado de apuntillar una no del todo justa penitencia balcánica, iniciada por las fantásticas delicias de Arjen Robben, todo un lujo si los quirófanos lo permiten. Un penalty cometido por Stekelenburg sobre Jakubko ya en el descuento permitió curiósamente a Vittek resarcirse de sus yerros y anotar su cuarto gol en otros tantos partidos. Pero de nada servía ya. Sobre el césped, el comprensible desconsuelo eslovaco contrastaba con el jolgorio nederlandés. Los pupilos de Van Marwijk volvían a verse en unos Cuartos de final del máximo torneo intercontinental doce años después. En aquella ocasión, en el Velódromo de Marsella francés, los Cocú, Bergkamp, Kluivert y compañía cayeron en semifinales desde los detestables once metros ante Brasil, su rival precisamente en la próxima ronda. Más leña al fuego. ¿Quién dijo que el Mundial era aburrido?

martes, 29 de junio de 2010

Octavos de final; Ghana 2-1 EE.UU: Dios guía a los hijos de África.

Un pequeño país, entre la multitud africana, situado en la zona occidental de África, en la costa atlántica, uno más del montón, con una bandera que parece la copia de muchas otras vecinas, con hambre y pobreza a la orden del día, como todos los demás, es ahora el espejo en el que se mira toda África. Ghana traspasa fronteras, y su fútbol une a millones de africanos. En 'su' Mundial, el que debía romper las distancias entre desarrollo y subdesarrollo en todos los sentidos de ésta rica palabra, África, tras un inicio desolador, ha encontrado un motivo al que agarrarse para disfrutar, en muchos casos, para seguir adelanNegritate, para vivir.

La trascendencia que está adquiriendo el periplo ghanés por el Mundial 2010 supera las barreras futbolísticas. En las 'Estrellas Negras' han encontrado millones de niños que día a día sufren por padecer hambre un modelo a seguir que, aunque gane o pierda no les va a sacar e su miseria y penurias, sí les va a dar una motivación más, probablemente la única que encuentren en mucho tiempo, para seguir luchando, porque, quién sabe, quizás algún día puedan ser ellos quienes hagan enorgullecerse a toda África de su equipo, de su continente.

Frente al sentimiento de todo un continente, la furia incontenible del 'sueño americano'. El 'soccer' ha empezado a despertar el interés de la población estadounidense desde la pasada Copa Confederaciones, donde los yanquis rozaron el triunfo final y dejaron en el camino a la gran favorita, España. Después de aquello, en el país norteamericano ya no todo es el fútbol americano y básket. Una gran parte de su inmensa población ha centrado sus miras en el otro fútbol, ese que habían olvidado desde hace tantos años, al que prestaban atención únicamente en citas aisladas, como el Mundial que organizaron en 1994, o el sorprendente rendimiento de la selección yanqui en 2002, donde rozaron las semifinales. Pero mas allá de estos eventos ocasionales, el fútbol era un deporte minoritario en los Estados Unidos. Nunca habían salido futbolistas ni siquiera interesantes en el país norteamericano, pues tampoco se habían profundizado en materia, porque queda claro que en un país con las dimensiones y las posibilidades estadounidenses siempre hay gente para todo. Sin embargo, con la llegada del nuevo siglo, nuevos talentos han visto la luz, encabezados por uno de los pioneros, Claudio Reyna, y que ahora encuentran su máximo exponente en los líderes de la selección yanqui, como Landon Donovan o Clint Dempsey, o que en un futuro puedan constituir una referencia a nivel mundial, como Freddy Adu. Buen ejemplo de la dimensión que ha alcanzado el 'soccer' en los Estados Unidos es el seguimiento tan intensivo que están llevando a cabo de la cita mundialista personalidades del país como Bill Clinton o el actual presidente, Barack Obama.

Así, ante estas perspectivas en cada bando se presentaba el segundo choque de octavos de final, el cual dilucidaría cuál sería el rival de Uruguay en la siguiente ronda. Poco tardó la selección africana en mostrar sus intenciones tras el pitido inicial, pues los pupilos de Rajevac se adueñaron del control del balón y maniataron por completo a unos Estados Unidos que no podía hacer otra cosa más que correr tras un esférico que movían con gran maestría los mediocentros ghaneses, especialmente los zurdos Annan, Asamoah y Ayew. Curiosamente, fue el mediocentro más destructivo y defensivo ghanés, Kevin Prince Boateng, el que, en una magistral arrancada llena de vigor y potencia, abrió el marcador batiendo por bajo a
Howard
. Ésta sería la tónica de toda la primera mitad, en la que incluso alguna en internada de Ayew los ghaneses pudieron agrandar el marcador, mientras el técnico estadounidense buscaba soluciones a sus males cambiando piezas, sustituyendo cuando apenas habían transcurrido treinta minutos de juego a un gris Clark por Edu, con la esperanza de, al menos, frenar el vendaval africano. Y lo consiguió. Los norteamericanos consiguieron alcanzar el descanso con sólo un gol en contra, y tras el intervalo, todo cambió.
Los hombres de Bradley saltaron al césped mucho más centrados que en la primera mitad, y pronto forzaron a una selección ghanesa mucho menos disciplinada a encerrarse, primero en su campo, después cercando el área. Pronto el control estadounidense se tradujo en oportunidades de gol, que sofocaba como buenamente podía la zaga africana. También tuvo que lucirse el meta de las 'Estrellas Negras', Kingson, para evitar males mayores. Tanto fue el cántaro a la fuente, que se rompió, en forma de penalti que transformó sobriamente Donovan. Empate y tregua. Ambos equipos parecieron conformarse con el botín obtenido durante los noventa minutos de juego y firmaron acudir a la prórroga. No obstante, la impresión dada por los estadounidenses había sido mucho mejor que la ofrecida por los ghaneses en la segunda parte, pues parecieron un equipo cansado y desmotivado.
Apenas bastaron cinco minutos de descanso antes del inicio de la prórroga para que Ghana se lavase la cara y volviese a mostrarse como un equipo temible y directo, tal cual lo fue en la
primera parte. Los hombres de Rajevac salieron como perros de presa, y cuando apenas se había asentado el conjunto estadounidense sobre el terreno de juego, la astucia y calidad de Gyan volvieron a declinar la balanza del lado africano. Balanza que ya no se movió. El golpe fue una losa demasiado pesada para el combinado nacional estadounidense que no pudieron levantar, y Ghana se limitó a esperar a que el colegiado señalase el final de la contienda y por consiguiente su pase a los cuartos de final. El pase de toda África. El pase de un sueño. Dios está con las 'Estrellas Negras'.

octavos de final: Argentina 3-1 México. Dos errores hunden a los aztecas.



Han comenzado los octavos de final. Ya no hay marcha atrás, ahora los seleccionadores, jugadores y aficionados de sus respectivos países se lo jugarán todo a un sólo partido. Ya no vale mirar hacia delante, pensar en oportunidades para enmendar los posibles errores surgidos, buscar excusas....de ahora en adelante, el que pierde hace las maletas para ver desde su casa el camino de los demás hacia la gloria.


Así es el fútbol, un deporte que mueve pasiones. Un fenómeno que abarca mucho más que una simple victoria o derrota. A veces incluso aparece en él la poderosa figura del destino, del azar o suerte, otorgando la victoria en algunas ocasiones a aquellos que hicieron todo lo posible para conseguirla. Otras veces a la inversa, siendo injusto. Pero hay ciertos elementos mucho más temidos en el mundo del balompié: Los árbitros.




Y es que pueden llegar a ser mortales para un equipo, con sus decisiones a menudo incoherentes. Esto es inevitable, pues todo el mundo tiene derecho a cometer errores....el problema surge cuando dichos errores son suficientes para influir sobre el resultado de un partido, disputado por dos selecciones que se lo juegan todo en esa cita.


La segunda jornada de octavos de final suponía para muchos mexicanos y argentinos como el comienzo de su verdadero mundial. México se enfrentaba a Argentina con cierto aire de revancha, tras ser eliminados por los mismos en Alemania 2006.


Lo cierto es que el conjunto dirigido por Javier Aguirre salió al campo con agresividad y buen juego, situándose la balanza muy equilibrada. La movilidad del esférico incluso recaía en los aztecas."Chicharito" Hernández llegaría a crear una ocasión de peligro que ensalzó las grandes dudas surgidas en torno a la zaga albiceleste. Carlos Salcido estrelló un balón en el larguero a los 8 minutos y Andrés Guardado rozó el palo derecho de Romero al siguiente.

Pero los de Maradona pronto se adelantarían con una jugada de picardía por parte de Tévez. Una precipitada salida de Pérez bajo palos facilitaba un rechace hacia Messi, y este a su vez ponía el balón en bandeja para ser cabezeado por el Apache en fuera de juego. El tanto subió al marcador, ante la indignación de los mexicanos, que fueron inmediatamente a reclamar la decisión del juez de línea. La jugada se pudo ver repetida incluso en los videomarcadores instalados en el estadio, pero aún así Argentina se adelantaba 1-0. La actuación del colegiado encargado de arbitrar el Alemania-Inglaterra parecía planear sobre Johannesburgo de nuevo.


Minutos más tarde, un error garrafal de Ricardo Osorio a escasos metros del área terminaría por hundir a los de Aguirre. El “pipita” Higuaín aprovechaba su pase errado para recortar a Pérez con calidad y anotarse el segundo tanto para Argentina.



Los sentimientos de todos los mexicanos se podían recopilar en la expresión de su seleccionador, atónito antes dos errores inesperados, uno arbitral y el otro causado tal vez por las circunstancias, pero definitivamente hiriente que suponían para la “tri” un reto prácticamente imposible. Evidentemente se antojaba improbable una remontada ante los favoritos, pero quedaba tiempo y en el fútbol la esperanza es lo último que se pierde.

Se podría decir las protestas y verse abajo en el marcador sacaron a México del partido. Márquez vio una amarilla y el equipo, hasta ese momento bien plantado en el campo, se desdibujó.


La salida de Pablo Barrera por Adolfo Bautista en el descanso dio más profundidad al juego de los aztecas, dando trabajo a la zaga albiceleste. Las llegadas cada vez más peligrosas de México suponían todavía un atisbo al que agarrarse, pero la falta de puntería fue fundamental para el golpe definitivo.

Tévez, que esta realizando un espléndido Mundial, volvía a actuar como verdugo, y tras revolverse en la medular del área, dirigió un tremendo zapatazo hacia la escuadra.

Argentina había terminado de derribar a su rival, y se veía en cuartos sonando fuerte, como una de las grandes candidatas a llevarse la copa del mundo gracias a su poderío en la delantera.


Un último empujón por parte de “Chicarrito” Hernández permitía establecer el gol de la honra para México, y la amargura sugerida por los errores al principio del encuentro. Probablemente si no se hubiesen dado esas circunstancias hubiese sido un partido mucho más disputado. Debates aparte, lo cierto es que Argentina ha logrado superar todos los partidos disputados hasta ahora con gran eficiencia. Veremos si ante Alemania logran confirmarlo, pero lo que está claro es que la venganza de México tendrá que esperar.