miércoles, 7 de julio de 2010

Cuartos de final: España 1-0 Paraguay: Cuando los problemas vuelven a aflorar

La selección española ya está en semifinales. No ha sido fácil, nada fácil, pero 60 años después de aquella idílica gesta lograda en Brasil, la Roja vuelve a estar entre las cuatro mejores del Mundial. Ya tocaba, décadas de llantos y cuantiosas esperas así lo constatan. En Brasil, fuimos cuartos. Ahora, esperamos con ansia superar nuestro pasado.



Para ello, hemos tenido que superar arduos escollos. Suiza, Honduras, Chile, Portugal y ahora Paraguay. La muralla de Martino. El fortín sudamericano. El valladar que ha vuelto a relanzar las dudas. Esas dudas surgidas en la fase de grupos y aparentemente disipadas ante Portugal. Ese excesivo ímpetu por el toque clásico y monótono, carente de dinamismo y versatilidad, fundamentado en la presencia de un doble pivote conformado por Busquets y Xabi Alonso, dos portentos que, en cambio, no contribuyen a la ofensividad del conjunto, en detrimento del oxígeno que supondría la entrada de Silva o Pedro por la izquierda, dónde se está damnificando a Villa, que aun sin jugar en su puesto natural, se está erigiendo cómo máxima figura del Mundial. Esa excesiva preocupación por la mala forma de viejos rockeros como los Torres, Cesc o Capdevila. Ese continuado debate sobre el estilo de juego de Del Bosque, que parece estar destinado a enturbiar por siempre el ambiente del grupo. De nada sirvió el ostentoso maquillaje exhibido ante los lusos. España parece estar perdiendo su gracia, su asombrosa chispa, su carismática magia. El combinado guaraní así lo dilucidó.


Atrincherados atrás, los chicos dirigidos por Martino plantearon un encuentro táctico, aburrido, cansino, con una contundente y eficaz zaga que repeliese a Villa y Torres. Con ello, el nerviosismo y la ansiedad hicieron su efecto en la roja, incapaz de encontrar espacios. Los problemas y las dudas volvían a surgir, una vez más (con un sólo disparo a puerta en el primer tiempo), y se transformaron en frágil temor cuando Piqué enganchó en el minuto 56' a Cardozo en el área. Tarjeta amarilla. Estallaría entonces la pasión más desenfrenada. Quizás merecidamente, Paraguay podía ponerse por delante en el marcador. El propio Cardozo fue el encargado de tratar de enmendar el gol anulado a Haedo Valdez poco antes por un fuera de juego inexistente. En frente, Casillas, muy cuestionado en los últimos días tanto dentro como fuera de la cancha. El máximo anotador de la Superliga portuguesa contra el mejor portero del mundo. Y ganó el segundo. Iker detuvo el fortuito lanzamiento y armó el contragolpe. Segundos después, Alcaraz derribaba a Villa en el área paraguaya. Tarjeta amarilla. La situación se invertía. Ahora, Xabi Alonso preparado para fusilar a Justo Villar, dispuesto a redimirse de su triste año en Valladolid y a hacerse un hueco entre los grandes porteros del panorama mundial. El donostiarra se impuso a la comprensible presión. Gol de España. Pero entonces llegó el momento. Ese momento que ha estado presente en la gran mayoría de encuentros disputados hasta la fecha en este Mundial. El momento en el que al colegiado del encuentro le da por convertirse en protagonista del partido. En esta ocasión, le tocó al guatemalteco Carlos Batres. Sudamericano, como Paraguay. Luego se habla de la imparcialidad. Batres ordenó repetir la pena máxima y esta vez, Villar se creció. Detuvo y, de paso, derribó a Cesc cuando se disponía a rematar la faena. Una acción que ha podido dejar al catalán sin semifinales, pero impasible en el transcurso del choque. Parecía mentira, pero las cosas seguían igual que sólo instantes atrás. Igual que al principio. Bueno no, igual no, comenzaba la fragmentación del choque. La emoción. Dos penaltis y otro no pitado así lo contrastaban.


El encuentro entonces se transformó. El éxtasis se llevó a su punto álgido y el vaivén de ocasiones basculaba hacia uno y otro lado. Y lógicamente, el más fuerte fue el que se impuso. A falta de diez minutos, Iniesta, en otra genialidad de las suyas, asistió para Pedro, que remachó al poste. Villa, feroz al rechace, no perdonó. Paraguay desesperaba. España era un clamor. Un sentimiento unificado. El asturiano de nuevo nos pasaba de fase. La impotencia albirroja así lo atesoró. Ya estamos en semis. Alemania espera.

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