martes, 29 de junio de 2010

Octavos de final; Ghana 2-1 EE.UU: Dios guía a los hijos de África.

Un pequeño país, entre la multitud africana, situado en la zona occidental de África, en la costa atlántica, uno más del montón, con una bandera que parece la copia de muchas otras vecinas, con hambre y pobreza a la orden del día, como todos los demás, es ahora el espejo en el que se mira toda África. Ghana traspasa fronteras, y su fútbol une a millones de africanos. En 'su' Mundial, el que debía romper las distancias entre desarrollo y subdesarrollo en todos los sentidos de ésta rica palabra, África, tras un inicio desolador, ha encontrado un motivo al que agarrarse para disfrutar, en muchos casos, para seguir adelanNegritate, para vivir.

La trascendencia que está adquiriendo el periplo ghanés por el Mundial 2010 supera las barreras futbolísticas. En las 'Estrellas Negras' han encontrado millones de niños que día a día sufren por padecer hambre un modelo a seguir que, aunque gane o pierda no les va a sacar e su miseria y penurias, sí les va a dar una motivación más, probablemente la única que encuentren en mucho tiempo, para seguir luchando, porque, quién sabe, quizás algún día puedan ser ellos quienes hagan enorgullecerse a toda África de su equipo, de su continente.

Frente al sentimiento de todo un continente, la furia incontenible del 'sueño americano'. El 'soccer' ha empezado a despertar el interés de la población estadounidense desde la pasada Copa Confederaciones, donde los yanquis rozaron el triunfo final y dejaron en el camino a la gran favorita, España. Después de aquello, en el país norteamericano ya no todo es el fútbol americano y básket. Una gran parte de su inmensa población ha centrado sus miras en el otro fútbol, ese que habían olvidado desde hace tantos años, al que prestaban atención únicamente en citas aisladas, como el Mundial que organizaron en 1994, o el sorprendente rendimiento de la selección yanqui en 2002, donde rozaron las semifinales. Pero mas allá de estos eventos ocasionales, el fútbol era un deporte minoritario en los Estados Unidos. Nunca habían salido futbolistas ni siquiera interesantes en el país norteamericano, pues tampoco se habían profundizado en materia, porque queda claro que en un país con las dimensiones y las posibilidades estadounidenses siempre hay gente para todo. Sin embargo, con la llegada del nuevo siglo, nuevos talentos han visto la luz, encabezados por uno de los pioneros, Claudio Reyna, y que ahora encuentran su máximo exponente en los líderes de la selección yanqui, como Landon Donovan o Clint Dempsey, o que en un futuro puedan constituir una referencia a nivel mundial, como Freddy Adu. Buen ejemplo de la dimensión que ha alcanzado el 'soccer' en los Estados Unidos es el seguimiento tan intensivo que están llevando a cabo de la cita mundialista personalidades del país como Bill Clinton o el actual presidente, Barack Obama.

Así, ante estas perspectivas en cada bando se presentaba el segundo choque de octavos de final, el cual dilucidaría cuál sería el rival de Uruguay en la siguiente ronda. Poco tardó la selección africana en mostrar sus intenciones tras el pitido inicial, pues los pupilos de Rajevac se adueñaron del control del balón y maniataron por completo a unos Estados Unidos que no podía hacer otra cosa más que correr tras un esférico que movían con gran maestría los mediocentros ghaneses, especialmente los zurdos Annan, Asamoah y Ayew. Curiosamente, fue el mediocentro más destructivo y defensivo ghanés, Kevin Prince Boateng, el que, en una magistral arrancada llena de vigor y potencia, abrió el marcador batiendo por bajo a
Howard
. Ésta sería la tónica de toda la primera mitad, en la que incluso alguna en internada de Ayew los ghaneses pudieron agrandar el marcador, mientras el técnico estadounidense buscaba soluciones a sus males cambiando piezas, sustituyendo cuando apenas habían transcurrido treinta minutos de juego a un gris Clark por Edu, con la esperanza de, al menos, frenar el vendaval africano. Y lo consiguió. Los norteamericanos consiguieron alcanzar el descanso con sólo un gol en contra, y tras el intervalo, todo cambió.
Los hombres de Bradley saltaron al césped mucho más centrados que en la primera mitad, y pronto forzaron a una selección ghanesa mucho menos disciplinada a encerrarse, primero en su campo, después cercando el área. Pronto el control estadounidense se tradujo en oportunidades de gol, que sofocaba como buenamente podía la zaga africana. También tuvo que lucirse el meta de las 'Estrellas Negras', Kingson, para evitar males mayores. Tanto fue el cántaro a la fuente, que se rompió, en forma de penalti que transformó sobriamente Donovan. Empate y tregua. Ambos equipos parecieron conformarse con el botín obtenido durante los noventa minutos de juego y firmaron acudir a la prórroga. No obstante, la impresión dada por los estadounidenses había sido mucho mejor que la ofrecida por los ghaneses en la segunda parte, pues parecieron un equipo cansado y desmotivado.
Apenas bastaron cinco minutos de descanso antes del inicio de la prórroga para que Ghana se lavase la cara y volviese a mostrarse como un equipo temible y directo, tal cual lo fue en la
primera parte. Los hombres de Rajevac salieron como perros de presa, y cuando apenas se había asentado el conjunto estadounidense sobre el terreno de juego, la astucia y calidad de Gyan volvieron a declinar la balanza del lado africano. Balanza que ya no se movió. El golpe fue una losa demasiado pesada para el combinado nacional estadounidense que no pudieron levantar, y Ghana se limitó a esperar a que el colegiado señalase el final de la contienda y por consiguiente su pase a los cuartos de final. El pase de toda África. El pase de un sueño. Dios está con las 'Estrellas Negras'.

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