miércoles, 9 de junio de 2010

UNA X UNA: GRUPO G: La 'canarinha' ya no asusta al mundo.

SELECCIÓN.

Brasil ya no es aquel país que con sólo mentar su nombre aterrorizaba a todo el plantea futbolístico. Muchas vueltas ha dado el fútbol en muy pocos años. Quizá demasiadas para los intereses de la ‘canarinha’. No hace ni diez años de aquel Brasil de Ronaldo, Ronaldinho, Adriano, o, retrocediendo apenas un par de años más, de aquella temible selección de Rivaldo, Romario o Bebeto. Por aquellos entonces, el fútbol de selecciones perdía bastante atractivo e interés ante la superioridad del conjunto nacional del país sudamericano. Ese espíritu fiestero y jaranero del país se plasmaba asombrosamente sobre los terrenos de juego con un equipo que hacía las delicias de todo el planeta. Pero, en esta vida, nada es eterno, y aquellos tiempos pasaron. La referencia más concluyente fue el Mundial 2006, donde la selección brasileña firmó un papel más que discreto y, sobre todo, con unos preocupantes signos de desidia en el juego y en el sistema del equipo. Era la decadencia de los últimos grandes ídolos de masas brasileños.

Ahora, cuatro años después, aquellos años parecen ya muy lejanos. Desde entonces, la cantera brasileña ha dejado radicalmente de producir grandes díscolos de dudosa reputación fuera de los terrenos de juego, como los ya míticos , Ronaldinho, Ronaldo, Ronaldinho, Adriano o Robinho (aunque éste jugará aún el Mundial)… Mucho hay que buscar ahora en la plantilla de la ‘canarinha’ para encontrar a uno de ellos. Los jugadores actuales se han europeizado a pasos agigantados. Una selección muy práctica, que casi podría recordar a las grandes selecciones del viejo continente, como Francia, Italia o Alemania, con poca brillantez y jugadores de bloque. Sin ninguna estrella de relumbrón que destaque por encima del resto, el colectivo prima en el equipo de Dunga. Sin embargo, la gran duda es, ¿realmente Brasil puede ganar un Mundial así? Juzguen ustedes.

LA ESTRELLA.

El juego brasileño, apoyado en pilares tan claros como la ayuda, el sacrificio, el trabajo y el orden, también tiene su toque de calidad, ese que le da el cartel de favorita al título. Son varios los jugadores que pueden marcar la diferencia en la ‘canarinha’. Así pues, tomando nota de la última Copa Confederaciones, el jugador que puede marcar las diferencia en el conjunto sudamericano no es otro que el ariete Luis Fabiano. El punta del Sevilla, aunque algo conflictivo en sus declaraciones y actuaciones extradeportivas, está muy lejos de ser un díscolo como los ya mencionados antes. Los cinco años en las filas del conjunto hispalense le han dado una madurez que apenas se le podía intuir cuando salió de Brasil hace ya más de seis años. Poco a poco se hizo un hueco en un equipo en alza, que ganó dos Copas de la UEFA en esos mismos años, hasta que se convirtió en una pieza clave que a día de hoy sigue siendo. Esos años de adaptación a Nervión, y el trabajo duro por hacerse un sitio, han convertido a ‘O Fabuloso’ en un jugador de equipo, que, no obstante, sigue marcando diferencias, pues atesora una calidad y clase sólo propia de los grandes. Si las lesiones no le lastran, el delantero brasileño puede convertirse en una de la piezas claves del Mundial, como ya lo fuese en la Copa Confederaciones.

A pesar de todo, Luis Fabiano no caminará solo en el torneo. Le rodearán jugadores con casi la misma capacidad de desequilibrar que él, como Kaká, que a buen seguro intentará redimirse de su lamentable temporada en el Real Madrid y volver a asombrar al mundo como ya lo hizo en su etapa en Milán, Robinho, decepcionante en su periplo europeo pero que parece ser que con su regreso a casa ha vuelto a ser el jugador espectacular que fue, o Maicon, que, a pesar de su posición de lateral derecho, es una de las piezas claves en el sistema de la ‘canarinha’ al igual que lo es en el Inter; no en vano ha relegado a la suplencia a Dani Alves.

OJITO CON…

Nunca fue fácil progresar en Brasil. Un país ahora en vías de desarrollo, antes en permanente crisis, con una población altamente empobrecida. Tampoco es sencillo abrirse un hueco en el mundo del fútbol. Millones de niños brasileños ven en el fútbol la única vía de escape de su dura realidad, y de la sus familias, la forma de acabar con la vida en los barrios pobres de favelas de Brasil. ‘Saltar el charco’ es el sueño de cualquier futbolista brasileño. La competencia por progresar en los equipos de niños brasileños es un tema prácticamente de vida o muerte. Pero muy pocos son los afortunados que consiguen. Criándose en la zona metropolitana de São Paulo, Edinaldo Batista Libânio, como cualquier otro niño de su país, pasaba sus días jugando al fútbol. Lo hacía como delantero. Sin embargo, ‘’Dina’’, así le apodaban, tenía algo especial. Él lo sabía. Por ello, conocedor de su potencial, intentó darse a conocer y avanzar siempre con el objetivo de, algún día, llegar a jugar el Brasileirão.

Dos temporadas en el modesto Matonense le sirvieron para dar el salto de calidad. Al año siguiente recaló en las filas del Santa Cruz, donde cuajó un buen papel como segundo punta que llamaron la atención de Gremio, que decidió contratarle allá por 2002. Tras una primera mitad de temporada decepcionante en Gremio, regresó a Santa Cruz, donde ya no encontró su sitio. Sabedor de que atravesaba un mal momento en Brasil, Grafite (su nuevo y definitivo apodo) decidió probar suerte en tierras exóticas. Su paso por Corea, encuadrado en el Anyang Cheetah, fue completamente un desastre. Cuando parecía que todo el talento que atesoraba desde categorías inferiores iba a tirarlo por la borda, como tantos otros futbolistas brasileños han hecho, e iba a caer en el olvido, Goiás confío en Grafite y le repescó. Los veinte partidos que disputó desde que llegó al conjunto carioca hasta verano fueron un éxito, anotando doce goles. Así, uno de los grandes del Brasileirão, el equipo de su ciudad, el São Paulo, fichó a Grafite para la temporada 2004. En apenas un año, el punta brasileño había pasado de estar prácticamente desahuciado a volver a ocupar un lugar de prestigio en el fútbol nacional carioca. Grafite no defraudó y firmó una temporada estratosférica en la capital paulista, con 17 goles en 38 apariciones. Sus actuaciones no pasaron desapercibidas en Europa, y muchos clubes del ‘Viejo Continente’ empezaron a interesarse por los servicios del puntNegritaa paulista. Sin embargo, Grafite decidió permanecer un año más en su país. Era el mejor momento de su carrera deportiva, y también llamó a sus puertas la Seleção. A penas estaba amaneciendo la temporada 2005, el año en que el delantero de São Paulo debía consagrarse como una de las grandes promesas de futuro del fútbol carioca, cuando una lesión de rodilla le apartó de los terrenos de juego. La operación, y todas sus consecuencias, le privaron de disfrutar de toda la temporada, en la que ganó, además, una Copa Libertadores y un Mundial de Clubes.

Había llegado el momento de dar el salto. Grafite recaló en el verano de 2005 en tierras francesas, en las filas del Le Mans. Tras permanecer en la sombra durante algunos meses, un escalón por detrás del resto de la plantilla, explotó en la temporada siguiente, donde firmó un gran papel, convirtiéndose en indispensable en las filas del club galo, acompañado, además, de una anotación de 12 goles en 34 partidos. El nombre de Grafite empezó a estar en boca de muchos clubes europeos, y a mediados de la temporada 2008 aterrizó en Alemania, para defender los colores del WolfsburNegritago. Apenas necesitó medio año de adaptación al país teutón para empezar a dar lo mejor de si mismo. Así pues, el punta brasileño eclosionó la pasada temporada, de la mano de su compañero de delantera Edin Dzeko, haciendo gala de un espectacular estado físico durante todo el curso y, sobre todo, exhibiendo un descomunal olfato goleador. El ariete carioca anotó la friolera de 28 goles en 25 encuentros, proclamándose ‘Pichichi’ de la Bundesliga, y, además, siendo uno de los grandes artífices del triunfo del Wolfsburgo en el campeonato. Tras la decepción que le supuso su exclusión de la Copa Confederaciones, Grafite ha seguido trabajando duro durante todo este año, sacrificando sus registros goleadores en beneficio del equipo, y ha encontrado la recompensa que tanto merecía y tanto había buscado en la madurez de su carrera. A buen seguro, no desaprovechará sus oportunidades.

EL LÍDER.

Trece años de profesional, casi cien internacionalidades con la ‘canarinha’, una Copa del Mundo, dos Copas Confederaciones, una Champions League, tres Bundesligas, una Serie A y un buen puñado más de títulos son, desde luego, un buen aval. Aunque bien es verdad que en el caso de Lúcio, bien merecido se lo tiene. El central del Inter, considerado por méritos propios uno de los mejorNegritaes del mundo, ha sido desde sus inicios, hace ya trece años, un seguro de vida allá por donde ha ido. Desde sus inicios en Brasil, primero en el Guaraní y después en el Internacional, Lúcio ha sido todo un jefe en la zaga, con raza, carácter, potentísimo juego aéreo, aceptable juego de pies y, sobre todo, limpieza en la defensa. Siempre lejos de la polémica y de los focos, el capitán de la selección carioca ha destacado siempre por su profesionalidad y compañerismo. No. Además, por si no fuese suficiente con su contundencia defensiva, también goza de una curiosa dosis de oportunismo. Y es que, beneficiado por su potencia aérea, Lúcio ha anotado a lo largo de su carrera goles de vital importancia, como el que logró en la final de Champions League de 2002, cuando militaba en el Bayer Leverkusen de Toppmöller, donde anotó el tanto del empate cuando su equipo caía por 1-0 ante el Real Madrid, o, quizás el más decisivo, el que firmó el pasado año en la final de la Copa Confederaciones, en los últimos minutos del encuentro, al cabecear a las mallas un saque de esquina cuando la ‘canarinha’ empataba a dos goles.
Negrita
A sus treinta y dos años, con ya más de una década en el profesionalismo, y tras pasar por ilustres del fútbol europeo como el ya mencionado Bayer Leverkusen o el Bayern Múnich, Lúcio ha completado en el Inter, al menos a nivel colectivo, y probablemente también personal, su mejor temporada, ganando a nivel de equipo todo lo ganable, incluida su primera Champions League, al segundo intento, tras la derrota en Hampden Park en 2002. Por ello, el capitán del combinado carioca vuelve al Mundial, tras el fracaso de 2006, dispuesto a recuperar el trono que dejó vacante la ‘canarinha’ cuatro años atrás después de haber vencido en Corea y Japón, allá por 2002, donde ya participó como una pieza fundamental. Curiosamente, además, Lúcio ostenta un récord mundialista que pocos conocen, y es que en el Mundial de 2006 batió la marca del defensor paraguayo ya retirado Gamarra, de mantenerse más tiempo en una Fase Final de la Copa del Mundo sin cometer faltas, dejando establecido el registro en 386 minutos. Todo un ‘káiser’ en la zaga brasileña que buscará su redención.

EL AUSENTE.

La revolucionaria convocatoria de Dunga ha creado mucha polémica en el país de la samba. Grandes ausentes, de todo tipo. Especialmente destacan los díscolos. Con Ronaldo y Adriano casi descartados, mucha gente daba por hecho la inclusión de Ronaldinho, el otro gran díscolo de la geNegritaneración, en la lista nacional brasileña. Pero Dunga, haciendo gala de su fuerte personalidad, excluyó a ‘Dinho’ de la lista de veintitrés que viajarán a Sudáfrica en busca del cetro mundialista. El astro brasileño se ha quedado fuera de su último tren que le llevase de vuelta a ese estrellato del que bajó hace apenas tres años, cuando inició su decadencia. Una decadencia que, sin embargo, contraria la de la mayoría de los díscolos o estrellas de ajetreada vida social nocturna, como pueda ser el caso de Ronaldo. Tras cuatro temporadas de ensueño en Barcelona, especialmente destacables las de 2005 y 2006, el brasileño empezó a coquetear más de lo debido con la Negritajuerga y la buena vida, descuidando el fútbol. Esto produjo, como era de esperar, una salida abrupta por la puerta de atrás de la entidad azulgrana, en el verano de 2008. ‘Dinho’ aterrizó en la Serie A, de la mano del AC Milan de Berlusconi. Una temporada muy floja para empezar hizo presagiar el fin de la trayectoria de una de las grandes estrellas de la historia. Las salidas nocturnas del brasileño estaban a la orden del día. Su figura empezó a asociarse más a ‘showman’ que a futbolista.

Pero la reconversión de Ronaldinho este curso ha sido, cuanto menos sorprendente, y al brasileño, autor de 15 goles en 21 partidos de liga, ha vuelto a recordar, aunque muy levemente, a aquel futbolista sobrenatural que enamoró a todo el planeta con su fútbol hace apenas cinco años. No obstante, este intento de reconducción no ha sido argumento suficiente para el discutido Dunga, que ha preferido dejarle fuera, al igual que a otros hombres de identidad como Pato, Marcelo, Diego, Ganso o Adriano. Ahora, la pregunta es: ¿los echará de menos en Sudáfrica?

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